Opinión política/ Creación literaria
Israel Solórzano Lizárraga.- Murió un cajemense de valores y convicciones, hijo de fundadores de esta comunidad.- Su padre, Toño Solórzano, fue de los voceadores del primer número de Diario del Yaqui, hace 80 años.
Israel Solórzano Lizárraga, cajemense de valores y convicciones, murió ayer 23 de agosto, a los 60 años de edad.
Tenía el don de la amistad y un sentido de solidaridad profundo. Se convertía, en las reuniones de amigos (lo sabe bien Manuel Montaño, en sus fiestas de cumpleaños), con su guitarra y sus canciones, en espiga plural de la bohemia, porque recorría en el diapasón de su lira y en su garganta, boleros y baladas inolvidables que aprendió en el caudal de su vida y de su padre…
Israel fue hijo de pioneros fundadores de Cajeme. Su padre Antonio Solórzano, fue de los “papeleritos” singulares que dejó escapar su voz anunciando el ejemplar número uno de Diario del Yaqui, un 9 de abril de 1942, como me lo comentó alguna vez en entrevista, hace 30 años, Alfonso Flores, quien también fue voceador del periódico y luego encargado de la rotativa en los talleres, por muchos años:
“Éramos un grupo de amigos, entre ellos Toño Solórzano, Servando Borbón, Antonio Castellanos Olmos, Chichí Rendón, uno de los Madrigal, quienes conocíamos a Corral Ruiz desde finales de 1930, porque editaba publicaciones marginales como El Demócrata, El Tiempo, El Chahuixtle. Periodiquitos de vida breve que nosotros vendíamos en una ciudad que apenas se asomaba al progreso”. Ellos fueron testigos y partícipes del nacimiento del Diario, en la esquina de las calles Zaragoza y Zacatecas, propiedad de la familia Esquer.
Ciertamente, el padre de Israel, Toño Solórzano, fue también operador de las máquinas de impresión en El Diario, además de haber pintado su huella en madrugadas de calor ardiente o de frío flagelante, gritando las noticias de hace 80 años…
De esas raíces provenía Israel, priísta de toda la vida, funcionario público en varias ocasiones, y hacedor de amigos.
Su cuerpo fue velado en la funeraria San Martín, de las calles Tamaulipas y Rodolfo Elías calles, donde sus familiares y numerosos amigos lo despidieron junto a la guitarra que acalló para siempre sus acordes…
¡Descansa en paz, Amigo!
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